“Lo oscuro ha vuelto”. Una frase que define mejor que cualquier otra a las nuevas tendencias culturales. Ya dejamos atrás la época de los héroes, de los buenos modelos. Y hemos entrado de lleno en la era de los antihéroes. Egocéntricos, excéntricos, neuróticos, drogodependientes, colocados, escandalosos… Personas y personajes que poco tienen que ver con lo correcto y son amantes de lo perverso. Una atracción que de forma encubierta es la verdadera autora de las grandes obras de la historia del arte.
Y es que detrás del lado oscuro del ser humano se esconde una gran esencia. Una esencia de noche, de exceso, de diversión, de descontrol, de sexo, de lo prohibido, de rebeldía, de libertad, de irresponsabilidad, de no pensar y dejarte llevar por tus pasiones e instintos más primarios, por el placer. El lado oscuro tiene una de las esencias más auténticas que jamás conoceremos. Una esencia que, por miedo, escondemos en lo más recóndito de nuestro ser. El lado oscuro tiene una esencia que atrae. Pero es una esencia con la que hay que tener cuidado, porque engancha y una vez eres adicto, es muy difícil salir de ahí. Y, ¿sabes por qué? Porque no quieres dejarlo.
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